El tema del momento en el agro sigue siendo el futuro acuerdo con China para abastecer este país con carne de cerdo “made in” Argentina. Por ahora es con final abierto, aunque va pasando por diferentes géneros literarios, preocupados y ocupados en develar si esto representa una amenaza o una oportunidad.
La carne de cerdo es la más consumida mundialmente. En China, el consumo de carnes ronda los 57kg/hab/año totales, y el patrón de consumo es inverso al de nuestro país, con 30kg/hab/año de carne de cerdo, 12kg/hab/año de carne aviar y 4Kg/hab/año de carne de vaca, el resto en otras carnes.
El problema surgió cuando desde 2018 apareció un brote de Peste Porcina Africana, que en 2019 produjo pérdidas de 30% a 40% de su producción, explicando así la necesidad de inversiones del gigante asiático en otros territorios para dar respuesta a esa pérdida. Las características productivas y sanitarias de nuestro país lo hacen preferencial por sobre otros lugares en el globo para desembarcar.
Según pudo conocerse, el MOU (memorando de entendimiento entre países) que sentará los acuerdos regulatorios generales, contempla un 60% de inversión china y 40% de inversión argentina. Los 3 grandes ejes que contempla son ciencia y tecnología, bienestar animal y asociación de productores chinos y argentinos. En términos productivos, se proyecta alrededor de 300 mil madres más, 900 mil toneladas más, 10mil puestos de trabajo más. En términos económicos, podrían representar cerca de 20 mil millones de dólares de ingreso de divisas.
La desconfianza ronda sobre cómo se regularán los aspectos ambientales, cómo puede afectar esto al mercado local, cómo se van a articular en este proyecto los pequeños y medianos productores.
La Asociación de Productores Porcinos planteaba un año atrás en un documento: “Ahora no solo necesitamos crecer en producción de madres y el correspondiente engorde de los capones, estamos al límite de la faena y con serios problemas en desposte y fundamentalmente frío y cadena de frío. Es necesaria la ubicación estratégica de nuevas plantas en la geografía del país, para no seguir concentrando el 65% de la faena a tan solo 100 km de Buenos Aires”, mostrando algunas necesidades del sector.
Este sería el momento de articular las necesidades, con las posibilidades de inversión, para lograr integración y crecimiento de los productores, valor agregado en nuestros productos, ampliación del consumo y del mercado local, generación de puestos de trabajo, arraigo en el área rural.
Actualmente en nuestro país, el 96% de los que producimos, se vuelca al mercado interno, y el resto se destina a la exportación. Lejos de llegar a un techo, el sector posee gran potencial, y es clave la articulación de todos los actores, para no dejar pasar el tren.
El final y el género de este cuento chino, depende de la capacidad que tengamos para realizar un plan porcino sustentable y basado en una industria altamente intensiva en conocimiento aplicado. En la Bioeconomía y el conocimiento científico vamos a encontrar como escribir el final de esta historia.