Una semana más, la segunda luego de la elección nacional y una transición que se está haciendo larga y poniendo picante. La incertidumbre sobre el rumbo del próximo gobierno espesa el ambiente. El Frente de Todos parece tener más candidatos que ministerios.
En la editorial anterior planteábamos la necesidad de un plan productivo agroalimentario que sea federal, que abarque a todas las producciones, que genere divisas, que nos alimente y que nos ayude a salir de la pobreza. ¿Parece mucho, no? La realidad es que contamos con todas las herramientas, las capacidades técnicas, científico-tecnológicas, los recursos naturales, en fin, todo para lograrlo. Sin embargo, la línea política la pondrá un equipo conducido por un funcionario, que dará su impronta y marcará el rumbo de todo el sector agroalimentario, un nombre que aún no conocemos. Esto genera que no haya opinión oficial sobre varios temas de la semana, como:
- Los resultados del CNA (Censo Nacional Agropecuario), que en primer momento arroja muchas dudas. Desde un número de existencias ganaderas, alrededor de 40 millones de cabezas bovinas y 3,6 millones de cabezas porcinas, que realmente resultan incomprensible, hasta los rumores de internas entre Dujovne y Todesca. ¿Qué hacemos con esos datos? ¿Los tomamos como oficiales?
- Las 750 mil tn de trigo que Brasil importaría de EEUU sin arancel por fuera del Mercosur, que abrió un fuerte debate sobre el futuro de las relaciones comerciales con nuestro principal socio regional. Es cierto que esta medida del gobierno del Bolsonaro fue previa al 27 de octubre, y no es una acción puntual contra el electo presidente Alberto Fernández, sin embargo la ausencia de una voz opinando aumenta las dudas del sector vinculado a la cadena del trigo. El solo pensar en que vuelvan las medidas que nos llevaron a producir menos de 8 millones de tn, pone nervioso a muchos.
- El movimiento denominado «Argentina del Centro», integrado mayormente por productores rurales de las provincias donde ganó la fórmula Macri-Pichetto. «La región centro de Argentina trabaja en pos de un reconocimiento de la matriz productiva por sobre el aparato asistencialista. La zona centro, médula espinal del país, propone un cambio de raíz», indican algunos circulares. El próximo equipo del área agroalimentaria, ¿qué pensará respecto a las zonas productivas para desarrollar? ¿qué matriz productiva promoverá? ¿será una política agroalimentaria basada solo en la Región Central o promoverá el resto de las regiones?
- En materias de derechos de exportación, esta semana Cartez emitió un comunicado en el que indica que las retenciones “constituyen el peor impuesto distorsivo, que asfixia a las producciones generadoras de las divisas que nuestro país necesita de manera imperiosa”, y que en la práctica “contrariamente a lo que se pregona, las retenciones a las exportaciones han demostrado ser completamente ineficientes como herramienta de remediación de la pobreza estructural, que agobia ya a un 40% de los argentinos”. No hay una certeza sobre qué medidas va a tomar Alberto Fernández respecto a este tema, y ante la ausencia de nombres tampoco hay proyecciones futuras sobre cuál será el horizonte en este tema tan sensible para todos los productores.
No solo tenemos la capacidad de producir alimentos para 400 millones de personas, sino que además podemos hacerlo de manera sustentable y bioeconómica. Contamos con cerebros que están desarrollando los conocimientos para obtener productos sin dañar el medio ambiente, reduciendo la huella de carbono y con productos acordes a la demanda mundial. Somos pioneros en aplicar la ciencia a la producción, contamos con sistemas ganaderos que a nivel mundial están entre los menores emisores de carbono. Nuestro país es uno de los líderes mundiales en producción y exportación de carne vacuna, con alto contenido proteico y con capacidad de producirlo en forma sustentable. Nuestro sistema agroalimentario es uno de los más competitivos a nivel global, y en los últimos años 20 años creció sostenidamente debido al intensivo desarrollo en materia de conocimiento. No podemos perder la oportunidad de hacer que nuestro sistema agroalimentario se desarrolle en heterogeneidad de productos, altamente diferenciados en agregado de valor, calidad y sustentabilidad. Pero sobre todo, la oportunidad de que la rentabilidad abarque a los eslabones primarios de cada actividad agroalimentaria.
Aguantamos la incertidumbre y la ansiedad actual, pero no aguantaremos un gobierno que nos dé la espalda. Necesitamos que desde el 10 diciembre próximo, el equipo y el conductor de las políticas públicas agroalimentarias, promuevan el financiamiento a tasas viables, disminuya la presión tributaria, desarrolle la ciencia y la tecnología, mejore infraestructura y promueva la apertura de nuevos mercados.