La demanda global en plena expansión de agroalimentos y cada vez más exigente en proteínas de calidad, saludables y provenientes de producciones ambientalmente sustentables, es la gran oportunidad para que el sector productivo argentino se convierta en uno de los fuertes resortes de la economía nacional.
Una población mundial con una proyección de crecimiento del 34% en los próximos 30 años, equivaldrían a un aumento en del 73% de las necesidades proteicas, cálculo que surge de la proyecciones de la ONU de 9.800 millones de personas para el 2050.
En los últimos dos años, el consumo de proteínas de trigo aumentó 20%, 11% la de maíz, y 5% las de soja. También creció la popularidad de la quínoa, que tiene, según se estima, el mayor contenido proteínico del mundo. En la actualidad China consume más de 30% de la carne que se produce en el mundo, y más de 50% de la carne de cerdo del sistema global.
Sin embargo hay que sortear un gran obstáculo: el calentamiento global por las emisiones de CO2. Esto aparece como un problema, ya que la producción ganadera es una de los principales emisoras. Por eso los grandes grupos de producción de carne vacuna y porcina a nivel global, especialmente en Estados Unidos, se han sumado a esta tendencia de la producción de proteínas alternativas.
Tyson Foods, el segundo productor de carnes de EE.UU, y el primer exportador de sus productos cárnicos, se ha volcado a la producción de “carne” de origen vegetal, con inversiones de más de U$S 2.000 millones en 2019. También se espera que Smithfield Foods, la mayor empresa procesadora de carnes norteamericana, pero de capitales chinos, lo haga este año con una inversión similar o mayor.
Por el lado de la demanda, el Consejo Nacional de Salud y Planificación de la República Popular China acaba de fijar las nuevas pautas dietarias para su población. Impulsando la necesidad de reducir el consumo de carnes y huevos en 50% para 2030. De ahí el papel creciente de las proteínas alternativas en el mercado chino, motorizado por su exigente clase media, casi 450 millones de personas con 35 a 45 mil dólares anuales de ingresos, y se proyecta a 780 millones en 2025.
Las proteínas alternativas y las carnes de laboratorio, ya son una realidad. Nuestro país es uno de los líderes mundiales en producción y exportación de carne vacuna, con alto contenido proteico y con capacidad de producirlo en forma sustentable. Nuestro sistema agroalimentario es uno de los más competitivos a nivel global, y en los últimos años 20 años creció sostenidamente debido al intensivo desarrollo en materia de conocimiento. Sin lugar a dudas el ecosistema Bioceres es el gran ejemplo a seguir.
De cara a un mundo cada vez más exigente en calidad y sustentabilidad, no podemos perder la oportunidad de hacer que nuestro sistema agroalimentario se desarrolle en heterogeneidad de productos, altamente diferenciados en agregado de valor, calidad y sustentabilidad. Pero sobre todo, la oportunidad que la rentabilidad abarque a los eslabones primarios.
Diseñar un plan productivo que con tecnología de punta promueva el crecimiento y desarrollo de la gran diversidad de actividades agroalimentarias de la Argentina, es un desafío que podemos llevar adelante. Para esto sin importar quien se siente en el sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre próximo, necesitamos que ejecute políticas públicas que promuevan el financiamiento a tasas viables, disminuya la presión tributaria, desarrolle la ciencia y la tecnología, mejore infraestructura y promueva la apertura de nuevos mercados.
Solo así no desaprovecharemos la oportunidad que como país emergente tenemos de atacar el problema estructural de generar divisas.