Un informe publicado por CONINAGRO aseguró que la producción porcina se duplicó en siete años, además el crecimiento fue sostenido manteniéndose en orden al 8%. Por su parte, desde la IERAL confirmaron mediante un informe, que por primera vez en la Pcia. de Córdoba, la faena porcina superó a la bovina. Si bien en ambas entidades reconocen la situación delicada que atraviesa el sector. ¿Se trata de una increíble resiliencia o son las oportunidades que genera la crisis?
La producción porcina nacional, logró profesionalizarse, alcanzando los productores de punta hasta 28,2 capones/madre/año. Si bien es claro que no se trata del productor promedio, empuja a que se invierta en tecnología, así como en la mejora de procesos. Sumado a este factor, fue clave el impulso del uso de la carne porcina como consumo en fresco, que alcanza hoy el 80%, frente a su histórico uso mayoritario en fiambres y chacinados. Pero, ¿la coyuntura política y macroeconómica nacional favorece la producción?
Aníbal Salva, gerente de Alimentos Magros, que pertenece a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), remarcó: “Si bien la coyuntura económica del país no es propicia para nuevas inversiones en la producción primaria, el mercado tiene potencial para consumir mayor cantidad de carne de cerdo; a través de los cortes frescos, pero fundamentalmente por medio de la sustitución de importaciones de materia prima para la chacinería. En este caso, un tipo de cambio alto favorece la disminución de las compras en el exterior, y abre una oportunidad para la producción local”.
Por su parte, Daniel Kindebaluc, consejero de Coninagro y productor porcino explicó a Bichos de campo: “Los precios de los cortes de cerdo se han equiparado con los de carne vacuna, aumentando la competencia entre las carnes. La producción nacional se destina a consumo de carne fresca, siendo ésta el principal sustituto de la carne bovina. También viene creciendo con una tasa considerable el consumo de embutidos en góndolas, mayormente en formato de jamón cocido, paleta, y fiambre de cerdo”. “El problema, es que la capacidad de la industria está casi al tope. Si se contara con más plantas frigoríficas modernas que pudieran cumplir con estándares de calidad y cantidad de faena y proceso de deshuesado, se le brindaría mayor estabilidad al sector; de la mano tanto del mercado interno como de la exportación. A la virtuosa integración de la cadena, le falta un eslabón industrial acorde a las necesidades”.
Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, por su parte, retrató la realidad cordobesa a Bichos de Campo: “Vemos que la carne de cerdo se adaptó muy bien a Córdoba y toda la cadena productiva adaptada a esta carne creció. Hoy la provincia tiene una densidad de granjas que pelea cabeza a cabeza con la de Buenos Aires, e incluso se ve una reconversión de muchos frigoríficos tanto bovina como porcina. También hay cada vez más frigoríficos especializados en cerdos, y la tendencia es que producimos más porcinos de los que consumimos”. Y continuó: “Otras provincias copiaran la misma dirección de Córdoba, porque la carne de cerdo tiene ventajas de producción importantes al respecto de la carne bovina, y porque se adapta perfectamente a la dieta de una familia. Por eso creo que tiene aún mucho recorrido por hacer en los próximos años”.