No es novedad, el valle de Río Negro atraviesa una profunda crisis que deja en evidencia la falta de políticas apuntadas a proteger a una de las economías regionales más importantes de nuestro país.
Su agonía se traslada ahora al sector de elaboración de jugos, donde se supo mediante diversas publicaciones que ya desaparecieron 12 industrias jugueras quedando solo 2 en pie, Natural Juice y Jugos SA.
Lo que demuestra que ante cualquier crisis siempre hay ganadores y perdedores, dando como resultado final, una exacerbada concentración de quienes se encargan de elaborar y exportar jugos de frutas.
Mientras que las cooperativas exportadoras fueron las grandes perdedoras en este escenario.
Las expectativas internacionales:
Según datos suministrados por la Asociación Mundial de la Manzana y la Pera (WAPA, por sus siglas en inglés) la cosecha de manzanas en la Unión Europea alcanzará en esta temporada las 10.556.000 tn, cifra que refleja una caída interanual del orden del 20% y un 8% menor que la media de los últimos tres años.
Polonia, el mayor productor de manzana y elaborador de concentrado de Europa, tiene previsto cosechar un 44% de fruta menos respecto de la temporada 2018. La estadística oficial detalla que se proyecta una producción de 2.710.000 tn, frente a la cifra de 4.810.000 tn del año pasado. Pero también China muestra caídas sensibles en su oferta. Este gigante prevé una caída del 30% de su cosecha de manzanas, unos 10 millones de tn menos que la pasada temporada. Esta menor oferta debería impactar sobre el precio final del concentrado en el mercado internacional.
En septiembre del año pasado, la administración Trump impuso aranceles del 10% sobre las importaciones de concentrados chinos. En este sentido, hay que destacar que el gigante asiático hoy concentra más del 60% de la importación norteamericana de este producto. Pero la crisis entre ambos países llevó a elevar ese arancel al 25% en mayo de este año. La oferta argentina se mantiene sin aranceles.
El panorama internacional parece beneficioso pero la política económica interna apuntó durante estos últimos años a perjudicar al sector frutícola. Los altos costos de producción y la disminución del consumo interno han devastado una de las actividades más importantes del sur de nuestro país.
El desafío para la etapa que viene no será fácil, pero deberá apuntar a restablecer políticas claras y a la altura de un mundo que demanda sustentabilidad, alimentos sanos para su creciente población e innovación tecnológica y conocimiento de punta que restablezca y coloque a la cadena frutícola argentina a nivel global.