Parece mentira que en un año con cosecha récord, con 140 Millones de Toneladas en respuesta al pedido de ayuda que el gobierno realizó, tras sufrir una serie de imprevistos financiero el año pasado, existan quienes piensan que los problemas de la economía son culpa del campo.
El desabastecimiento de leche de segundas marcas, amontonó opinólogos y cuasi expertos en lechería. El desconocimiento de la cadena productiva es notorio. Lo cierto es que el eslabón de producción primaria viene muy castigado desde hace años y en los últimos tiempos la crisis se agudizó bastante. Con una brecha entre precio de origen y consumidor, más o menos constante alrededor de 4.5 a 4.7, según CAME, sumado 10 meses de rentabilidad negativa y 17 meses de rentabilidad a la baja, el 0.3% positivo de diciembre de 2019 solo fue un regalo navideño que no cubrió en lo más mínimo la expectativa de remontar la rentabilidad del tambo.
El resultado es el cierre permanente de tambos, 1 tambo menos cada 2 días, es más o menos lo que los datos oficiales de 2018 muestran (cerraron 155 establecimientos). Por lo que no es de sorprender que, en el primer bimestre de 2019, la oferta de leche cruda haya caído un 8,5% respecto de igual periodo de 2018, como tampoco resulta extraño que el eslabón industrial de la cadena lechera tenga una capacidad ociosa del 50% de la capacidad instalada.
La culpa no solo recayó en el sector lechero, parece que la crisis financiera que obligó al gobierno en 2018 a retomar las retenciones a las exportaciones, aun no finaliza y algunos por ignorancia o por mala intención se esfuerzan en señalar a los productores sojeros de la situación. Y aunque el desembolso del Fondo Monetario con casi u$s 10.000 millones llegó sin mucho biri biri, el problema parece necesitar nuevamente del esfuerzo de los productores, a los que se les exige liquiden rápidamente la cosecha.
Gustavo Grobocopatel, una palabra más que autorizada del sector sojero, es contundente y lleva claridad, al afirmar que el campo “hará un aporte importante” a la economía argentina ya que “se ha liquidado una cantidad de trigo récord y se están empezando a cosechar el maíz y la soja”. Los dólares surgidos de la cosecha se liquidarán en el mercado de cambios, “hay pocos productores que tienen la capacidad de especular porque vienen muy endeudados por la sequía de 2018. Van a tener que vender mucho para pagar deudas y volver a sembrar el año que viene.”
No es posible culpar a los productores de cereales y oleaginosas del fracaso de un proyecto económico que viene con una receta que castiga con tasas altísimas, presión tributaria y costos energéticos elevados, a las actividades económicas agropecuarias en general.
¿Qué pasará cuando aumente la harina y el pan? Según analistas de la Bolsa de Comercio de Rosario “Actualmente el mercado argentino de trigo se encuentra muy ajustado en términos de mercadería disponible. De acuerdo a datos de la Secretaría de Agroindustria, el stock de trigo al 28 de febrero sería de 5,2 millones de toneladas”, lo que significa que puede disminuir la oferta o stock necesario para cubrir el mercado interno, que probablemente se traducirá en aumento de precios de los productos derivados del trigo. Esta campaña los productores argentinos de trigo cosecharon 19 millones de toneladas. ¿Será culpa de los productores también? La improvisación viene siendo una constante en lo que respecta al sector agropecuario, desde mucho antes del 2015 el sector aporta a la economía nacional, pero el cambio prometido no se ha traducido en hechos aun. De cara a este año electoral será imprescindible para quienes tengan aspiraciones de llevar las riendas del país, mostrar un plan que muestre un rumbo y reglas claras para los productores. De lo contrario será difícil que los electores crean que el fracaso de un gobierno sea culpa del campo.