Estos últimos días, las grandes protagonistas de las principales noticias referidas al agro fueron las frutas y las verduras.
Algunas con proyección de exportación y otras por feriazos frustrados que no llegaron al consumidor. En forma de reclamo los productores hortícolas de uno de los principales cordones del país, quiso exponer la realidad critica que atraviesa por diversos factores que hacen a la escasa o casi nula rentabilidad que genera esta producción.
Cuando se abordan este tipo de producciones, las realidades son complejas y profundamente heterogéneas, no solo por la dispersión geográfica, sino por las condiciones de producción, distribución y comercialización que poseen algunos productos.
El caso de las frutas no está exento de esta realidad; peras, manzanas, limones, fueron las vedettes de las noticias, luego de que el presidente Mauricio Macri, pasara por la India y Vietnam.
Son mercados interesante y de una gran proyección para nuestro país, sin lugar a dudas, ya que La India es hoy el segundo país más poblado del mundo, con 1200 millones de habitantes, y en Vietnam son unos 92 millones; dos veces la Argentina, y su economía está creciendo al 6% anual.
Es una perspectiva comercial para el festejo, pero hay conflictos que aún no se resuelven o al menos no encuentran caminos de resolución concreta. Porque lo que no se puede negar es que los aumentos desmedidos en los costos de producción han golpeado fuertemente al sector productivo, quienes vienen reclamando medidas que inyecten una mejora en su rentabilidad.
La Federación de Productores de Fruta de Río Negro y Neuquén, viene reclamando medidas urgentes, como un aporte no reintegrable de $1,50 por kilo de fruta para compensar parte del costo de la cosecha. Más aun teniendo en cuenta el aumento del 42% que se le reconoció a la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados a los empleados para la cosecha 2019. Sumado a una prórroga de los créditos Fondagro para tareas de poda y sanidad otorgados a productores de peras y manzanas en 2017. Otro pedido es la prórroga de la emergencia económica por dos años para la cadena de producción de peras y manzanas.
Sumado a esto, desde la Federación indican que este año hay una pérdida de producción del 20 al 30% en la actividad, con una fruta de menor calibre debido a las bajas temperaturas en primavera.
El limón es la “vedette” que se instala como el producto emblema de las exportaciones de nuestro país. Y se justifica su venta como producto fresco, cual diamante africano. Justificando que venderlo en fresco tiene más valor agregado que venderlo procesado. Bien se sabe que esto no es totalmente cierto, ya que la industrialización de cualquier producto, le agrega un valor extra, y genera una dinámica en la cadena productiva que engloba a mucho más actores, sosteniendo la estructura de las economías regionales.
En definitiva, nuestras frutas y verduras son productos de excelente calidad, y es una buena noticia la posibilidad de exportar a la India y a Vietnam, pero ¿Quiénes exportan? ¿Y qué pasa con esas divisas que ingresan? Porque si no hay una política disruptiva donde el Estado regule y equipare las competencias de cada actor en la cadena, este camino es solo para “algunos”, llevando a la concentración, y en donde el consumidor argentino se queda con lo de “peor calidad” porque lo “Premium” se va a afuera. ¿Entonces quiénes ganan y quiénes pierden con estas decisiones?