El mercado internacional globalizado, digitalizado, tecnologizado y revolucionado es una realidad al alcance de un click. Las tiendas online como AMAZON, ALIBABA, EBAY, entre otras dominan el comercio transnacional de mercancías, colocando glocalmente al alcance de cualquier dispositivo la posibilidad del intercambio de mercancías.
El concepto GLOCAL infiere en la condición de interacción e incidencia de lo global en el territorio y viceversa, que producto de las redes e internet logran que integralmente la influencia e intercambios trasciendan las fronteras. Que esto llegue al comercio de agroalimentos es inevitable y deberá encontrarnos preparado.
Nuestro país en 2017 exportó u$s 58.384 Millones, de los cuales el 56% corresponde a la producción de agroalimentos (u$s 32.695 Millones), y la tendencia en 2018 es del 54.4%, aún con la sequía, según los datos oficiales del INDEC. Esto significa que de no estar preparados para el comercio global el impacto puede ser de consideración en materia de ingreso de divisas para la Nación.
El mundo viene cambiando de manera revolucionaria e integral en matriz del conocimiento, lo que involucra a todos los aspectos desde la cultura y el arte hasta la economía. El agro no resulta ajeno, prueba de ello es que los «Venture Capital» o Capital de Riesgo Agrícola, han invertido más de u$s 6.000 millones en Startups de alta tecnología agrícola en Silicon Valley.
Pero lo más llamativo es que entre estos capitales de riesgo no solo se encuentren los principales fondos del sistema financiero trasnacional, sino que también participe Cargill, la histórica empresa trasnacional agrícola líder en comercialización.
Por eso no anticiparnos a la aparición de una plataforma de comercialización de agroalimentos, puede ser un grave error.
Argentina tiene una gran cantidad y calidad de científicos, técnicos, profesionales y productores que apostaron y apuestan a la tecnología de punta, compitiendo directamente con EEUU en materia de productividad derivada de la innovación, que en nuestro país representa un 70 a 80% del incremento de la productividad. Esto es resultado del trabajo conjunto de Universidades, INTA, CONICET y privados como AAPRESID, Don Mario, BIOCERES, solo por mencionar algunos, que sumando esfuerzos entre lo público y lo privado logran poner al sector agrícola nacional al primer nivel mundial.
Ante este panorama nos preocupa la disminución de la importancia política que sufrió el sector durante el último año, pasando de rango ministerial a secretaria la Agroindustria, y más preocupa que la evaluación del 2018 haga hincapié en la “desburocratización” y el ajuste del gasto público (ahorro de 219 millones de pesos), mientras la presión tributaria para el campo ronda el 60% (según FADA) y la tasa de interés continúe siendo asfixiante para el sector productivo.
Preocupa que desde el gobierno no se esté pensando en darle al sector agropecuario un rol protagónico en materia económica, mientras enfrentamos una recesión con una caída del PBI en el 3° trimestre 2018 del 3.5% y acumulado del 1.4%, en el cual el sector agricultura, ganadería, caza y silvicultura bajó un 5.2%.
En un mundo en que la innovación tecnológica está transformando todo, integralmente todo, es función de los gobiernos y de la dirigencia política anticipar los escenarios futuros en post del desarrollo de la Nación. Promover el desarrollo en el conocimiento estratégico integral resulta una tarea imprescindible a impulsar por el gobierno nacional, independientemente de su color partidario, para el crecimiento conjunto y federal de la Argentina, sobre todo en nuestro principal potencial económico: la producción agropecuaria.