“Esta vez sí va en serio”, fueron las palabras con que cerró su discurso, Mauricio Macri en Jonagro hace unos días atrás. Anteriormente había pedido el último esfuerzo al agro, tras la vuelta de las retenciones a las exportaciones de soja, maíz, y trigo entre otras. Lo que fue una promesa de campaña se rompió cuando apretaron las finanzas.
Sin embargo, algunos hechos se sucedieron cual réplicas de un interminable temblor. La presentación del proyecto de ley de presupuesto para 2019, dejó ver más dudas para el sector agropecuario cuando en el artículo 83 se estipula que «se podrán fijar derechos de exportación cuya alícuota no podrá superar el 33 por ciento, del valor imponible o del precio oficial FOB»… «en el marco de las facultades acordadas al Poder Ejecutivo Nacional (PEN) mediante los Artículos 755 y concordantes de la Ley Nº 22.415 (Código Aduanero) y sus modificaciones».
Este agotador juego de dicho y hechos, donde se sacan las retenciones o se disminuyen gradualmente para el caso de la soja, luego se vuelven a poner, que si monto fijo o porcentaje, que es el último esfuerzo, que la sequía, que la guerra comercial, etc, etc, etc, sólo han aumentados las dudas en el sector agropecuario en su conjunto, desde la pampa agrícola hasta cada economía regional.
Este descontento saturó a los dirigentes de CRA vinculados a la lechería, y cansados ya de tanto cacareo y nada de acción, definieron dejar la mesa de competitividad lechera convocada por el gobierno. Mediante un comunicado declararon que “sólo volveremos a participar sí y solo sí la agenda (de la mesa lechera) coincide con la realidad a solucionar”. Sin titubeos ni temor de resultar muy duros, dejaron por escrito que: “instamos a que la Secretaría de Agroindustria tenga un cambio de actitud o un cambio de funcionarios”.
El hartazgo del sector lechero tiene sobrados motivos, las promesas de cambios han tenido tantas idas y vueltas, y escasas concreciones. Normalizar el sector financiero, entre corridas y dólar imparable, ha significado un fuerte golpe sobre el sector productivo del país. Desarrollar la actividad económica con tasas superiores al 60% y una inflación por encima del 40%, sumado a una presión impositiva, costos dolarizados y mercado interno deprimido resulta inviable para cualquier pequeño y mediano productor argentino. El cierre de más de 600 tambos en 2018 que muestra los datos del Observatorio de la Cadena Láctea, son un claro resultado de un plan económico que favorece la timba financiera y busca al sector productivo solo para hacer los esfuerzos.
Y por si fuera poco, mientras el Presidente pedía un último esfuerzo al campo en esta durísima tormenta, desde la ahora Secretaria de Agroindustria que continúa dirigiendo Luis Miguel Etchevehere, se filtró la información de la vuelta de las retenciones. Esto se convirtió en unos u$s 140 millones menos de recaudación, correspondientes a la inscripción de 8,5 millones de toneladas unos días antes del cierre del registro. A pesar de la caída del 2.6% interanual en el primer semestre las exportaciones de granos, subproductos y aceites, el 56.7% de las 39.6 millones de Tn exportadas, se concentraron en 5 empresas trasnacionales. Empresas que venden en dólares y compran en pesos a los productores. Sin embargo los costos de los insumos, en muchos casos vinculados a los grupos económicos de estas empresas, son en dólares.
Resulta difícil no dudar y hartarse, si quien dirige el rumbo debe finalizar su discurso con un “esta vez va en serio”, principalmente cuando los hechos muestran una realidad en la que el esfuerzo siempre lo ponen los mismos.