La guerra comercial entre China y EE.UU., tiene a la soja entre los principales productos protagonistas, un escenario del comercio internacional en el que la Argentina se encuentra inserta, lo que sin duda presenta oportunidades para nuestro país.
La pelea entre China y EE.UU. parece estar en su punto más álgido y esto repercute en Latinoamérica. Tras el arancel chino del 25% sobre la soja estadounidense, algunos hechos sacudieron el mercado internacional: en Chicago la soja cerró la jornada del viernes perdiendo más de u$s 5; sus derivados en EE.UU. cayeron a niveles mínimos y cerraron en el nivel más bajo en casi 10 años, según la BCR; el volumen para stock final 2018/19 de EE.UU. será récord, pronostica el USDA; las importaciones de soja de China subieron 13,1% interanual en junio, cambiando de proveedores de soja, como el brasileño. En el Mercosur, los valores de la oleaginosa aumentaron respecto a los de EE.UU.
China en este ciclo importaría 97 millones de Tn de soja, del cual ya compró gran parte, pero en la próxima campaña precisaría importar 103 millones de Tn., es aquí donde nosotros podemos entrar a jugar. En este nuevo escenario global, es probable que China comience a importar harina de soja de la Argentina para suplir el déficit. El presidente de COFCO, aseguró que, además “de promover una mayor producción local de soja, China podría ampliar sus fuentes de abastecimiento de carne, soja y harinas proteicas proveniente de otros países”.
La disputa entre estos gigantes genera una gran oportunidad para Argentina, pero para que se concrete en resultados económicos positivos, se requiere enfrentar esta coyuntura con toda la potencialidad del sector de manera integral y coordinada. El rol del Estado Nacional será fundamental en poner un plan estratégico en el cual la biotecnología y el comercio exterior, son tan importantes como el desarrollo y la protección de la producción de la cadena de la soja. Los productores ya han garantizado comprometiéndose a invertir u$s 9.500 millones para la campaña 2017/18, y aguardan por el gobierno, que ya tiene en agenda dos temas de importancia estratégica, como lo son las semillas y las retenciones.
Una Ley de Semillas, que hoy da vueltas buscando consensuar todos los actores, será fundamental que garantice los derechos de los productores al uso propio de la semilla y los proteja del monopolio de grandes empresas trasnacionales, y sobre todo, que promueva el desarrollo científico y tecnológico nacional garantizando la soberanía productiva y el conocimiento nacional, protegiendo las instituciones, que tanto han aportado en los últimos años en la cadena productiva de la soja.
El tema de retenciones a la soja parece no tener fin, el documento del FMI que circuló esta semana, puso otra vez en duda un tema que resulta muy sensible. Confiar en la palabra del Presidente Macri es lo que queda, aunque la fuerte presión que el sector financiero ejerce, desde el Ministerio de Hacienda, sobre el sector agropecuario, aumenta las dudas y la impresión de que es un momento de mucha tensión hacia dentro del Gobierno Nacional. Y quienes conocemos el agro sabemos que el potencial productivo argentino puede afrontar la crisis e incluso prescindir del FMI, pero para eso se requiere definiciones políticas y un plan a corto, mediano y largo plazo.
La oportunidad de jugar en las grandes ligas a nivel mundial es ahora, resolver los problemas “domésticos” que son muchos y graves, es imprescindible. Un plan estratégico en el que los productores no sean meros espectadores, sino que sean partícipes y se vean directamente beneficiados, con un Estado trabajando a la par y mirando al campo de manera integral con todas las economías agropecuarias nacionales, será clave para no desperdiciar la oportunidad.