Nota de Elaboración propia- OBRA
El ministro de producción de la provincia de San Juan Andrés Días Cano hablo la semana pasada sobre el ingreso de vino de otros países y mostró su preocupación por la decisión del gobierno de no poner freno a las importaciones, acerca de esto declaró: “Ya no son solo vinos comunes, se fraccionan entre San Juan y Mendoza, es una maniobra especulativa por que a mayor oferta el valor de la uva baja”.
Estas declaraciones son una evidencia más de lo que ocurre en el sector vitivinícola que se muestra cada vez más concentrado y son cada vez menos los actores que manejan el negocio y mayor es el capital que se pone en juego.
Si analizamos la elaboración y el fraccionamiento del vino como indicadores del complejo vitivinícola podemos observar que a lo largo de su evolución se evidencia una mayor concentración que en el eslabón productivo.
Tal es así que, entre 2006 y 2015 el número de bodegas disminuyo en un 8%, a razón de 8,2 bodegas/año, y la cantidad elaborada aumento un 15%. En estos 9 años la cantidad de vino elaborado por bodega paso de un promedio de 1,6 millones de litros a 2 millones de litros por establecimiento. En 2006 existían 958 bodegas y se elaboraron un total de 1.539,6 millones de litros, en 2015 se elaboraron 1.771,3 millones de litros de vino con un total de 884 establecimientos.
Según el análisis de la concentración del mercado vitivinícola realizado por el Observatorio de Economías Regionales, en el año 2005 la empresa más grande elaboró el 12% del total, en el 2014 esta cifra trepó al 16%, acaparando mayor poder en el mercado. Hace una década las 10 principales empresas, producían el 29% del total, hacia 2014 elaboraron el 38% del total.
Moviéndonos un casillero más en este sistema productivo, se observa que en el sector fraccionador también hay indicios de concentración. Según datos de la Corporación Vitivinícola Argentina, la comercialización total de vinos (tanto mercado interno como externo) disminuyó alrededor de 1,7 millones de hectolitros entre 2006 y 2014, mientras que la participación de las 20 primeras empresas de la cadena de fraccionamiento se incrementó en igual período, pasando de ser del 60% en 2006 al 75% en 2014.
En cuanto al número de bodegas fraccionadoras, según datos de este mismo organismo, a comienzos de 2014 se registraron en total 546 establecimientos, solo 14 de ellos son grandes (por que despachan más de 1.000.000 de litros mensuales), concentran el 40% del total de las existencia vínicas del sector fraccionador (7.759.830 hl) y casi el 28% de las existencias de vino para comercializar.
A su vez, estas 14 empresas que concentran gran parte de la actividad fraccionadora, están compuestas por 6 grupos económicos y 8 empresas unipersonales. De las existencias en su poder, más del 75% era propia y el resto de terceros. Siguiendo con el análisis del sector y teniendo en cuenta la totalidad de los vinos, se puede aseverar un crecimiento en la desigualdad. Así por ejemplo el 10% de los fraccionadores más grandes pasó de fraccionar el 90% del mercado en 2005 al 94% en 2014.
Pero ¿Quiénes son las empresas, grupos y personas que están detrás del negocio vitivinícola? , Según declaró Sebastián Lafalla, tesorero de la Asociación de Viñateros de Mendoza y presidente de la Cámara de Comercio de Tupungato, al diario los andes: “Un 20% queda para unas 10 bodegas medianas: algunas son de grupos nacionales, chilenos o franceses y otras todavía pertenecen a las familias históricas de la vitivinicultura mendocina. El 5% restante es lo que queda para los pequeños productores».
Es decir que ya no son las tradicionales familias como Giol, Tomba o Pulenta quienes dominan el mercado, ahora son grupos económicos los que ponen el precio a la producción, y abastecen el mercado.
Entre los grupos que acaparan más volumen y valor en el mercado se encuentran: En primer lugar el grupo Peñaflor, actualmente propiedad de la familia Bemberg, (ex dueños de la cervecería Quilmes), dueño de bodegas Trapiche, Las Moras, Suter y Santa Ana entre otras. En segundo lugar se ubica el grupo RPB Baggio, una sociedad anónima de las más poderosas del país; en Mendoza posee las bodegas Viejo Viñedo, Uvita y Chapanay. En tercera instancia se encuentra el grupo Molino Ríos de la plata y en Mendoza posee las bodegas Nieto Senetiner, Ruca Malen y Viña Cobos. En cuarta posición se encuentra la Cooperativa Fecovita, la federación de cooperativas vitivinícolas más grande del país que agrupa a 5.000 productores integrados en 29 cooperativas. Bajo su estructura hay 30.000 hectáreas de vid. En Quinto se encuentra la Familia Catena Zapata.
Luego de estos cinco o seis grupos económicos se encuentran aquellas bodegas que manejan el 20% del mercado vitivinícola aquí si podemos encontrar “familias tradicionales” que lograron mantener el emprendimiento a lo largo de varias generaciones y algunas empresas internacionales como es el caso de Chandon. Tenemos, Bodega Norton, Pulenta Estates, Bodegas Chandon, Luigi Bosca-Familia Arizu, Bodega Bianchi, Bodega Ruttini, Bodega López, Bodega Zuccardi, y Bodega Salentein.
La foto de hoy nos muestra un complejo vitivinícola con amplios índices de concentración que se van profundizando a medida que el proceso de elaboración y comercialización avanza, queda evidenciado que en las ultimas décadas los dueños de la tierra, de los recursos y fundamentalmente del negocio fueron modificándose, pasando de emprendimientos familiares a un reducido número de grupos económicos que se van integrando verticalmente y que deciden qué se hace con la producción y fundamentalmente cuanto se paga por la misma.
La frase del ministro sanjuanino pone en evidencia el modelo especulativo que genera incertidumbre y menos posibilidades para los pequeños y medianos productores, elaboradores y fraccionadores quienes no tienen capacidad de acopio y poseen poco peso en el mercado.