El último Simposio Fertilidad 2017, que organizaron en Rosario Fertilizar Asociación Civil y el IPNI Cono Sur, abordó puntos clave vinculados con la fertilización. Entre otros, se destacan:
Nutrición en trigo. Para Martín Zamora, de INTA Barrow, es fundamental seguir al cultivo ya, que si un trigo con rinde esperado de 5000 kg/ha requiere 150 kg N/ha para alcanzar un valor de 10% de proteína, en un año con buen régimen hídrico puede alcanzar un rendimiento de 7000 kg/ha de grano con solo un 7.5% de nivel proteico. Zamora destaca que es necesario pensar la nutrición pensando no sólo en la variedad, sino considerando el desarrollo del cultivo, así es que la fertilización foliar cobra valor como una forma de acompañar al cultivo ajustando los requerimientos.
Según Jorge Bassi, vicepresidente de Fertilizar, mientras que en el período 1999-2002 el nivel de proteína en el norte de la región triguera era superior (entre 11-12%) a los que se observaban en el sur y en el sudeste (9-10%), hoy en día se aplacaron las diferencias nivelándose alrededor de un 10%. La señal de alarma aparece cuando el nivel proteico de la totalidad de las zonas está por debajo del 10,5% que es el requerido por la exportación, explicó.
Pablo Barberi, del INTA Balcarce, indicó por el zinc en maíz que es tan deficitario en casi toda la pampa húmeda que «la respuesta es generalizada y se manifiestan tanto a nivel de rendimientos bajos medios y bajos».

Ensayos en el INTA Pergamino desde hace más de 30 años permiten observar y predecir lo que sucederá en el futuro. En las rotaciones ensayadas se observa que el monocultivo de soja fue el que menos carbono aportó, solamente 3,1 tn C/ha/año, mientras que la rotación Maíz, Trigo y soja primera es la que mejor se comportó con 5,8tn C /ha/año.
Para la técnica, una rotación adecuada debería tener un alto índice de intensificación entendido como un sistema con barbechos cortos y el suelo ocupado el mayor tiempo posible. La soja no debería superar el 50% de la rotación.
Según Romina Fernández, de INTA Anguil, en la región semiárida sólo un 20% de los años llueve lo que necesitan los cultivos ya sean de invierno o verano. Destacó que si con un buen manejo se logra «guardar» 100 mm en el perfil del suelo, la probabilidad de que llueva lo necesario aumenta a un 40 por ciento.
Pasturas. Para Gustavo Duarte, la ganadería intensiva implica que sea intensiva en capital, en carga, en mano de obra y en uso de insumos. Explicó un modelo de producción Hilton con base forrajera de forma de lograr terminar animales pesados a pasto. Para que el sistema funcione a pleno, la producción tiene que alcanzar los 18.3 tn MS/ha con un nivel de consumo de 10.4 tn MS/ha.

Como pautas de manejo se plantea adelantar la primavera y mejorar la producción. En el caso de los verdeos, se trabaja con modelos similares a trigo con objetivo de fósforo de 20 ppm, nitrógeno variable y el azufre, junto con la fuente nitrogenada. Para el caso de las pasturas, en período de implantación, se aplica nutrición balanceada a la línea de siembra con nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, calcio y micronutrientes. La nutrición para las pasturas en producción realiza aportes nitrogenados en otoño y a la salida del invierno. «Si bien los fertilizantes impactan fuertemente (37%) en los costos, lo pagan con creces en productividad», precisó Duarte.
Fuente: La Nación